lunes, 9 de abril de 2018

XERXES Nº 1: VALER LA PENA


Xerxes. The Fall of the House of Darius and the Rise of Alexander Nº 1 (de 5). Autor: Frank Miller. Color: Alex Sinclair. Ilustración: Paula Andrade. Portada: Frank Miller. 40 páginas a color. Dark Horse. ISBN: 7 61568 00260 7 00111. EE.UU., abril de 2018. 

Vale la pena enfrentar al espejo. Jugarse a no ser sólo el reflejo de ese otro que es (o fue) uno. Animarse a buscar la otra cara de la misma moneda, sabiendo que allí nos espera, agazapada, la misma determinación, la misma obsesión, el mismo orgullo que supimos mostrar. La vara que nosotros clavamos y, cómo mínimo, debemos empardar. El primer número de este Xerxes. The Fall of the House of Darius and the Rise of Alexander, secuela que funciona como precuela de la exitosísima 300, es eso. Creador y creación parados frente al abismo, dispuestos a dar el salto que los consagre (otra vez) o los hunda en el fango. 


En ese sentido, esta (re)introducción al mundo de la Antigua Grecia vale la pena. El poderío visual es imponente. La síntesis expresiva es de altísima gama. Frank Miller sigue siendo una topadora y el resultado final de esta porción no podría ser más auspicioso. Las panorámicas de doble página, a la usanza del viejo cine peplum en widescreen, nos meten de lleno en el medio del combate. Dejamos de ser lectores. Ahora somos la masa que avanza y retrocede, ese hombre que mata y muere, la adrenalina que bombea la sangre y el sudor que tapa el miedo. Y aun así, vibramos en equilibrio gracias a cierta calma zen que brota de la composición total. Narración, se llama ese fenómeno. Y Miller sigue siendo un maestro de ese arte antiguo, efímero y perdurable como la memoria. 


Xerxes es como un shot de vodka. Corto y contundente. Vale la pena tomárselo de un trago, aguantando las consecuencias y poniéndole el cuerpo. Como somos seres emocionales que piensan, el impacto va directo a la cabeza y los poros se nos abren al mundo de las ideas hechas sensaciones. Sabiendo que se necesitan dos para bailar el tango, la pareja de esta tragedia la conformamos con una Rebelión y un Juramento. Son los griegos y los persas, el rebelde y el tirano, la Libertad y la Dependencia, los Dioses y los Hombres. El cazador y la presa, claro. 


No hay mucho de Xerxes ni de Alejando Magno en esta intro. Todavía. No importa, vale la pena llegar a tiempo a la Batalla de Maratón, el enfrentamiento que definió la Primera Guerra Médica en el 490 a.C. La victoria de los atenienses sobre los persas que fundará la esencia motivacional de Xerxes, el Dios Rey que se propondrá fundar un nuevo orden mundial desde su deseo de venganza. La proeza de la conquista, la épica de una guerra que se nos abre, generosa y abundante, mediante el poder simbólico de la imagen, del perfecto equilibrio entre luces y sombras, entre masas de negro y blanco (o color). 


De un plumazo (aparentemente) simple, Miller disuelve el tiempo en el espacio. El desplazamiento de los ejércitos sobre el papel no es otra cosa que la descomposición del movimiento de una persona, ordenado ante nuestros ojos omnívoros. Es un enfrentamiento brutal, sin cuartel, administrado con precisión quirúrgica y atención al detalle. Y al mismo tiempo es una compleja coreografía, segmentada paso a paso de ballet. Vale la pena dejarse llevar por este delicado tormento, un hálito de belleza que cautiva y atrapa, nos atrae y repele. 


Felices como los triunfadores y cabizbajos como los derrotados, caemos rendidos junto a los persas, junto a los griegos. Boquiabiertos, tiramos lo que queda de nuestros yelmos, nos apoyamos en el compañero lacerado, honramos a nuestros muertos y levantamos la cara al cielo, conscientes de que hemos sido testigos y sobrevivientes de un momento histórico. La pelea por el nacimiento de la democracia. El retorno de uno de los gladiadores a la arena del cómic. Dos hechos que, todavía, valen la pena ser vividos. 
Fernando Ariel García

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