miércoles, 18 de abril de 2018

PERDIDA: EL QUE BUSCA, ENCUENTRA

Perdida. Director: Alejandro Montiel. Protagonistas: Luisana Lopilato, Amaia Salamanca, Rafael Spregelburd, Nicolás Furtado, Oriana Sabatini, Julián Serrano, María Onetto y Carlos Alcántara, entre otros. Guión: Jorge Maestro, Alejandro Montiel y Mili Roque Pitt, basado en la novela Cornelia, de Florencia Etcheves. MyS Producción / Bowfinger International Pictures / Cindy Teperman Films / Telefe / FB Group / Benteveo Producciones Audiovisuales / Royal Cinema Group /Corinthian Argentina / Tondero / Cornelia la Película AIE / Non Stop Digital. Argentina / España, 2018. Estreno en la Argentina: 19 de abril de 2018. 

El cine, como todo arte, tiene el poder de generar debates sobre temas instalados en la agenda local. La ficción, como plus, aporta la capacidad de generar discursos redondos, compactos, con ramificaciones, implicancias y cierres que no siempre se dan en la realidad, o que el apego a los hechos concretos y comprobados no permite atender. Y todo esto, además, sin perder el impacto y las derivaciones discursivas que define la coyuntura histórica. 


En ese sentido, Perdida es un filme tan bienvenido como necesario. La desaparición de adolescentes, secuestradas para su explotación sexual por bandas nacionales e internacionales dedicadas a la trata y prostitución forzada de personas, es una realidad que nos interpela permanentemente como sociedad. Sobre todo porque, hace mucho, nos viene sacando un par de cuerpos de ventaja. Es que cuenta, claro está, con una fuerte complicidad en parte de la Política, la Justicia, las fuerzas de seguridad y la misma comunidad. 


Florencia Etcheves, hasta hace muy poquito periodista de policiales en TN y Canal 13, conoce el paño que despliega. Eso se nota en Perdida, basada en su novela Cordelia. Principalmente, en las zonas grises que aborda la trama, imagino que bien adobadas por información y charlas off the record, las más interesantes, las más jugosas, las más reveladoras, las que no suelen llegar a los diarios ni a los noticieros televisivos. Porque no existen las pruebas físicas que permitan demostrar aquello que denuncian. 


Lamentablemente, como antes en Hipersomnia y Abzurdah, la capacidad amplificadora del mensaje social que ofrece Perdida es inversamente proporcional a sus alcanzados logros cinéfilos. La trama abusa del manejo de lo inverosímil, peca de obvia en los momentos en que no debería hacerlo, no explica (desde lo narrativo) las razones que justifiquen parte del accionar policial que sostiene la pata del relato centrado en la investigación del hecho criminal. Y la parte actoral no está a la altura, ni siquiera en las labores de María Oneto y Rafael Spregelburd, dos grandes profesionales que no logran acortar la enorme distancia que se percibe entre el sentido de los parlamentos y la emoción de los personajes que los están emitiendo. 


Nunca dejes de buscar, reza la bajada publicitaria del filme. Y si uno decide hacerle caso, va a encontrar. Mucha buena fe y nobles intenciones, poco entretenimiento y casi nada de cine. 
Fernando Ariel García

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