jueves, 25 de enero de 2018

APUESTA MAESTRA: PÓKER DE ASES

Apuesta maestra. Director: Aaron Sorkin. Protagonistas: Jessica Chastain, Idris Elba, Kevin Costner, Michael Cera, Jeremy Strong, Chris O'Dowd, J.C. MacKenzie y Brian d'Arcy James, entre otros. Guión: Aaron Sorkin, basado en el libro Molly's Game, de Molly Bloom. STX Entertainment / Huayi Brothers Pictures / The Mark Gordon Company / Pascal Pictures / Entertainment One. EE.UU., 2017. Estreno en la Argentina: 25 de enero de 2018. 

No sé si antes alguien había logrado montar un retrato tan glamoroso de la sordidez; y tampoco sé si antes alguien había logrado montar un retrato tan sórdido del glamour. Sí sé que, en esta Apuesta maestra (Molly's Game), el guionista Aaron Sorkin (The West Wing, Red social) lo logra, con creces, al sentarse por vez primera en la butaca del director. 

Recreación ficticia de hechos reales que, con otros nombres y otras geografías, se sigue repitiendo a lo largo y ancho del globo, el filme cuenta los ascensos y caídas de Molly Bloom, esquiadora profesional que, tras un grave accidente, se reinventó para amasar un imperio económico montado sobre las partidas privadas de póker, una actividad siempre clandestina pero nunca ilegal. Entre 2002 y 2011, primero en Los Ángeles y luego en Nueva York, Molly (una magnética Jessica Chastain) juntó alrededor de una mesa al mundo de los verdaderos ricos y famosos, incluyendo estrellas deportivas, astros cinematográficos, magnates industriales, financistas de Wall Street, herederos multimillonarios, jeques y miembros de las realezas. Todo muy top, hasta que la Mafia Rusa metió las patas en el plato y el FBI vino a golpearle la puerta. 


A tono con las volteretas personales que la Bloom tuvo que dar para construir su vida sin renunciar a su concepto de integridad ética, Apuesta maestra se apalanca sobre distintos géneros a la hora de componer el mosaico general. Película de acción, policial de intriga, thriller judicial, tratado sobre la ludopatía, hondo drama familiar. Pero, sobre todo, la historia de superación personal, nueva vuelta de tuerca sobre el gran sueño americano en donde la movilidad social ascendente depende del aprovechamiento de las oportunidades y la decisión individual de tener éxito. 


Más allá y más acá de la clásica fábula, la biopic de Molly basada en su autobiografía (incluyendo las memorias escritas y las calladas), es un trabajo que se agiganta desde la palabra. Aquí se habla mucho y muy rápido, pero sobre todo se habla bien. No porque se pronuncien todas las letras, sino porque cada parlamento va al hueso, al corazón o al cerebro. Aún en los momentos más discursivos del filme, aquellos en los que Sorkin relega la narración al tercer o cuarto lugar en importancia, para que los protagonistas cuenten lo que está pasando (tal vez porque esa sea la única forma de que entendamos qué está pasando), el valor literario de la palabra dicha nunca decae, generando ecos y reverberancias sobre las zonas grises de la Ley, la Justicia y la escala moral individual. Tres cartas que, jugadas en el momento justo, calman tu consciencia, te hacen ganar la partida y justifican la existencia de una gran película. 
Fernando Ariel García

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