lunes, 14 de marzo de 2016

"BLUE LIPS" SE ESTRENA EN LA ARGENTINA EL 17 DE MARZO

(Información de prensa) Todos buscamos un lugar donde encontrarnos. Luego de proyectarse en diferentes partes del mundo, el próximo 17 de marzo llega a Buenos Aires la co-producción argentino-española Blue Lips (2014), con la dirección coral y multicultural de Daniela de Carlo y Julieta Lima (Argentina), Gustavo Lipsztein (Brasil), Antonello Novellino (Italia), Nacho Ruipérez (España) y Ricardo Nobuo Shima (Perú), cada uno a cargo de los destinos de los distintos protagonistas, personificados por Dudú Azevedo (Brasil), Simone Cástano (Italia), Mariana Cordero (España), Malena Sánchez (Argentina), Keona Cross y Avi Rothman (EE.UU.).


La rutina es como un mantra que ha acabado por aturdir a los seis protagonistas de Blue Lips. Por debajo de ese rumor escuchan una voz que les dice que algo no está bien del todo, pero desde hace tiempo ignoran ese ruido incómodo y continúan viviendo sin darle mayor importancia. Un día, sin embargo, todos tendrán que salir de sus hogares y no tendrán más remedio que prestar atención a ese mensaje que les había ocultado el día a día. Por extraño que parezca, será en los ruidosos Sanfermines donde todos encuentren un espacio propicio para la reflexión y el renacimiento. 


Allí, Malena (Malena Sánchez), una jovencita argentina enferma de nacimiento, podrá decidir si, como había pensado durante años en Buenos Aires, sólo tiene el fatalismo como recurso frente a las limitaciones que la biología ha puesto a su felicidad. Entre el éxtasis de la libertad ilimitada y la desesperación absoluta, Malena se desenvolverá entre las multitudes de Pamplona en busca de motivos para creer que su discapacidad no le impedirá tener los pequeños momentos de felicidad a los que aspira todo el mundo. 


Por el camino se encontrará con Vittorio (Simone Cástano), un joven fotógrafo italiano que viaja bajó una sombra que surgió hace más de una década tras una tragedia adolescente. Repudiado por su padre, viaja por el mundo tratando de matizar su desdicha refujiandose en la infelicidad ajena. En Pamplona, Vittorio tendrá la posibilidad de librarse de este vicio y buscará la redención en la sangre, como lo hacen desde hace milenios los seres humanos de todo el mundo. 


Con su cultura atávica a cuestas llegará también Kalani (Keona Cross), la joven hawaiana bailarina de hula. Como el resto de los protagonistas de esta historia tendrá que salir de su hogar para poder averiguar dónde acaba ella y donde empiezan su familia y las costumbres de sus ancestros. En una celebración que tiene mucho de involución puntual y terapéutica, Kalani se perderá para volver a encontrarse en la soledad que sólo se puede hallar en el medio de grandes multitudes. 


Las masas fueron precisamente el hábitat de Guido (Dudú Azevedo), una estrella del fútbol durante los últimos quince años que no acaba de acostumbrarse a su nuevo estatus de persona común. Lastrado por el recuerdo de una última lesión que le retiró antes del tiempo y en el peor momento, es extraído del tedio de su hogar por un compromiso publicitario. En Pamplona tendrá una última oportunidad para buscar la gloria en el centro de una marabunta, pero en esta ocasión descubrirá que el camino hacia el éxito y la felicidad será mucho menos directo que el que lleva al gol. 


El barullo sanferminero le servirá a Oliver (Avi Rothman), un periodista de éxito, para descubrir que la dicha no está escrita en las comedias románticas y que el primer compromiso que requiere es ser fiel a los propios sentimientos. Llegará a Pamplona después de pedirle matrimonio a una mujer maravillosa, dispuesto a sentar la cabeza, pero descubrirá que no todas las cabezas han de buscar el mismo asiento. 


El periodista se permitirá este hallazgo, en buena medida, gracias al último de los protagonistas de la historia. La señora Sagrario (Mariana Cordero), la única que no hará tanto un viaje físico sino más bien en el tiempo. Pamplonesa de toda la vida, regresará a su ciudad desde Madrid, donde vive con su hija, para decidir qué hacer con los restos de su marido muerto: Mantenerlos en un nicho o dejar que descansen en una fosa común. Sagrario aprenderá después de mucho tiempo arrastrando su pasado, que para convivir con él es mucho mejor dejar que éste se pasee por su vida sin bridas, unas veces cerca y otras apenas perceptible presente solo como un diminuto punto en la distancia. 


Nota de los guionistas (Amaya Muruzabal y Daniel Mediavilla: 
Conócete a ti mismo. La exigencia que podían leer sobre la entrada del templo de Apolo en Delfos quienes se acercaban para conocer su destino no era tanto una llamada a la exploración introspectiva como una manera de recordar: ¡Eres humano! ¡Tu destino está solo en manos de los dioses! El imperativo era sistemáticamente ignorado por los protagonistas de las tragedias griegas que nunca morían de viejos. 


La incapacidad para cambiar el destino o eliminar la incertidumbre de la vida (allá cada cual con sus creencias) jamás ha sido bien aceptada por las personas y esa incapacidad es una enorme fuente de padecimiento. El sufrimiento surge cuando no se toman las decisiones más sensatas para afrontar la realidad que nos rodea; en unas ocasiones por incompetencia para comprenderla y en otras porque en lugar de actuar según lo que se sabe, se obra conforme a lo que se desea. 


Los personajes de Blue Lips se pelean con la realidad, la niegan o la desconocen y ella, como los dioses griegos con los humanos que no aceptaban su condición, es despiadada con ellos. La vida da y la vida quita y no da explicaciones de por qué hace cada cosa. Malena, Sagrario, Kalani, Oliver, Vittorio y Guido recibieron dones preciosos que después desaparecieron. No se preguntaron por qué llegaron, pero reniegan de la vida por arrebatárselos y atascados en su frustración olvidan que aún no están muertos. 


Cada uno por sus motivos, los protagonistas de Blue Lips acaban en Pamplona durante los Sanfermines, una especie de limbo en el que durante unos días importan poco los dones recibidos o perdidos y se vive, sin más. En ese espacio mítico, en el que se mezcla la euforia y la exaltación de existir con el abandono y la degradación, tendrán la oportunidad de separarse de sus prejuicios sobre la manera en que pueden ser felices y podrán decidir si prefieren permanecer muertos o aprenden a vivir aceptando lo que la vida les ofrezca en cada momento. 


Nota de los directores: 
Blue Lips. Pero también Labbra Blu, Lábios Azuis, Ezpain Urdinak o Labios Azules... Es nuestra singular película, Blue Lips, posiblemente la película en la que más idiomas cohabitan en bocas de los personajes. Y este es uno de sus grandes atractivos: Su espíritu multicultural. Cuando empezamos a discutir los directores acerca de cómo íbamos a ser capaces de conciliar los sueños de seis cabezas pensantes en una misma película, fueron sus productoras, Maitena Muruzabal y Candela Figueira quienes nos tranquilizaron marcando con claridad y determinación cuáles iban a ser las “normas del juego”. 


Para empezar, contábamos con la dirección de foto del norteamericano Robert Webb, quien homogeneizaría a través de su cámara –y de su mirada, por tanto– la columna vertebral visual y narrativa de la película. De este modo podíamos impregnar de nuestros gustos personales cada una de las seis historias que se iban a entrelazar constantemente en la trama, pero habría algo que sería igual para todos: ¿la luz? 


Lo mismo pasó con la dirección artística, a cargo del español Abdón Alcañiz, quien lidiaría entre los seis para dar coherencia estética a nuestras propuestas, a pesar de las sutiles variaciones (que las hay, desde luego, lo contrario sería ciencia-ficción). 


Luego estaban las tecnologías informáticas que, como todo el mundo bien sabe, vienen abriendo un sinfín de posibilidades cinematográficas desde hace algunas décadas. Nuestra herramienta más crucial, ¡oh, gracias, ingenieros informáticos! sería el Skype. 


Reuniones constantes a lo largo de todo el proceso, algunas veces incluso a seis bandas, montañas de e-mails que circulaban por la Red en todas las direcciones, y cargados de material de archivo... Y también por supuesto las redes sociales. ¿Quién no utiliza el Facebook a día de hoy para trabajar o incluso para buscar trabajo? 


Estas tecnologías de la comunicación fueron nuestras perfectas aliadas también en el proceso de elaboración del guión, a cargo de Daniel Mediavilla y Amaya Muruzábal. Posiblemente fuera este el punto más complejo de orquestar para sus productoras, las cuales nos guiaron a todo el equipo a través de una misma línea conceptual que ellas tuvieron muy clara y definida desde el principio, gracias a lo cual ¡milagro! todos hicimos la misma película. 


Existen muchos tipos de cine, pero lo que hemos intentado hacer con Blue Lips es un proyecto donde tanto pueda interesar la forma como el contenido. 
Si investigáis un poco sobre todo el proceso de gestación de la película, verán que ha sido un viaje verdaderamente epopéyico. Todas las ideas que se han ido poniendo sobre la mesa a lo largo del arduo proceso de producción y financiación del filme han sido y serán inspiradoras para grupos de jóvenes cineastas que quieran hermanarse y hacer películas de manera colectiva. 


Desde la campaña de crowdfunding, hasta el concurso lanzado principalmente por redes sociales para encontrar al sexto director que completaría el elenco, así como la manera en la que está pensada la película. Hablamos de seis historias entrecruzadas, una película co-dirigida por seis directores de distintas nacionalidades, y un escenario principal: Pamplona.
 

Contra las ingentes voces del “esto está acabado” todavía hay gente que no está dispuesta a tirar la toalla porque piensan, como nosotros, que todos queremos que nos sigan contando historias. Historias emocionantes, sorprendentes, actuales, controvertidas... 


Ese es el espíritu que nos inyectó a todos el extraño aguijón de Blue Lips, y a día de hoy seguimos emborrachados recordando aquellas intensas jornadas de rodaje entre multitudes durante las fiestas de los Sanfermines. Si el cine es el resultado de un trabajo en equipo, sirva esta película como demostración latente de que, también en el arte, la unión hace la fuerza. 


Notas de las productoras (Candela Figueira y Maitena Muruzabal): 
Se nos ocurrió esta idea, este proyecto, en abril de 2011 y lo vimos claro, tan claro que nos pusimos a ello en seguida. Pronto, en los primeros foros en los que pudimos hacer pitching de la película, nos dimos cuenta de que nuestra idea, que tan clara y tan factible veíamos, era un proyecto complicado de vender a priori, que era “una mala idea” como algún oyente llegó a decir. Otros comentarios eran más amables, “no entraría en ese proyecto, pero los jóvenes sois los que hacéis las cosas, los que emprendéis y por eso os animo a que sigáis adelante”. 


Seguimos adelante porque nosotras lo veíamos muy claro y no tan complejo. 
Quizás lo que hacía que viéramos caras perplejas entre los oyentes era que la película se rodaría en cinco países diferentes o que el grueso del rodaje sería en plenas fiestas de San Fermín o que la película estaría dirigida por seis directores distintos, o que uno de ellos se elegiría a través de Internet o que en la película habría cuatro idiomas distintos. O que de todo esto se lograra una única película y no una serie de cortos juntos. 


No entendían por qué complicarse tanto la vida. 
Pero para nosotras todos esos ingredientes suponían aprovechar nuestros recursos al máximo. Era justamente facilitar y hacer más viable el proyecto. Desde el comienzo quisimos exprimir todas nuestras capacidades y recursos a nuestro alcance tanto humanos como logísticos y financieros. 


Hacía diez años que nosotras, una española y otra argentina, y otros amigos procedentes de distintas partes del mundo nos habíamos conocido estudiando cine en Los Ángeles. Terminados aquellos estudios todos teníamos ya trayectorias profesionales y estábamos dispersos por el mundo. 


Aprovechando este anecdótico décimo aniversario de nuestro encuentro se nos ocurrió la idea para este proyecto cinematográfico: seis personajes de distintas partes del mundo, dirigidos cada uno de ellos por un director distinto, viajan a Pamplona durante las fiestas de San Fermín donde sus vidas se entrecruzan. 


El objetivo no sería crear seis cortometrajes, sino una única película. Cada director dirigiría solo la presentación de su personaje en su país y co-dirigiría, con los otros directores, las escenas en Pamplona en las que su personaje se relacionara con los demás protagonistas. 
Con esta premisa conseguíamos contar una historia interesante y sacar partido a muchos de nuestros recursos,


Y con esa premisa, sobre todo, podíamos contar una historia de personajes, algo que caracteriza al gusto y objetivo creativo de nuestra productora. 
Crearíamos seis personajes de distintas ciudades en situaciones dramáticas. Los conflictos de los seis protagonistas serían diferentes pero todos estarían atravesando situaciones que los tendrían paralizados. Sin embargo, estos personajes tendrían como unión, como punto de inflexión, una de las fiestas más explosivas del planeta, los Sanfermines. 


Debíamos aprovechar el gran evento internacional que caracteriza la ciudad donde radica nuestra productora. Tanto por nuestra relativa facilidad para rodar, como por la posibilidad que nos daba de hablar de estas fiestas desde el conocimiento-sentimiento y desde otro ángulo que el de la pura fiesta. 


Queríamos darle un sentido más íntimo a lo que ocurre durante esos nueve días. Intuitivamente esto nos llevó a enfrentar la Tragedia y la Euforia de una manera directa. Situando a seis personas en situaciones tristes en medio de una fiesta. La unión que surge de la relación de estos personajes perdidos en ese particular escenario, nos llevaba al sentido de los Sanfermines, un lugar de encuentro entre personas, de los que pueden derivarse grandes cambios personales. 


Las fiestas de San Fermín serían nuestro principal Protagonista. 
Rodaríamos en plena fiesta. Nunca pensamos en recrear, porque no podíamos económicamente y tampoco nos interesaba desde el punto de vista artístico. 


Los protagonistas de Blue Lips se meten en la fiesta y se dejan arrastrar por ella, sin control, y eso era algo que recreando seguro que no seríamos capaces de transmitir. Pero aquí una vez más aprovechamos nuestras virtudes, nuestros recursos. Teníamos la suerte de haber rodado ya antes un largometraje de ficción durante Sanfermines. Esto nos hacía ser muy conscientes de los problemas a los que nos enfrentaríamos y nos permitía prever muchas cosas. 
Y, aceptando el descontrol, controlarlo al máximo. 


Todo el proceso de producción, de creación de Blue Lips ha tenido dosis de experimentación, pero nuestra obsesión ha sido desde el comienzo ser capaces de conseguir que los seis directores construyeran una película. 
Se han hecho películas con varios directores, pero en este caso, lo que hace a Blue Lips más original y única es que el resultado no son seis cortos o fragmentos si no una película.

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