lunes, 17 de noviembre de 2014

CONSTANTINE: EN LA ENCRUCIJADA

Constantine. Directores: Neil Marshall, Steve Shill, Romeo Tirone. Protagonistas: Matt Ryan (John Constantine), Charles Halford (Chas Chandler), Harold Perrineau (Manny), Jeremy Davies (Ritchie Simpson), Bailey Tippen (Astra), Michael James Shaw (Papa Midnite), entre otros. Guionistas: Daniel Cerone, David S. Goyer, Rockne S. O’Bannon, Mark Verheiden, en base a personajes, situaciones y entornos de distintas historietas de DC Comics/Vertigo, principalmente Hellblazer y Constantine. Afiche: Ilustración de Gene Ha. Productores ejecutivos: Daniel Cerone, David S. Goyer y Mark Verheiden. Viernes a las 22:00 horas, por Space (Argentina). Ever After / Phantom Four Productions / DC Entertainment / Warner Bros. Television. EE.UU., 2014.

En sentido concreto, podemos definir a la encrucijada como el lugar físico en el que dos (o más) caminos se tocan, se unen y bifurcan, se cruzan. El mundo que Daniel Cerone, David S. Goyer y Mark Verheiden idearon para Constantine, adaptación televisiva de la historieta de DC Comics/Vertigo, pareciera estar justo en ese estadío. Un conglomerado de apariencias reconocibles por cualquier común mortal, en convivencia no muy pacífica con poderosas fuerzas relacionadas con lo oculto (demonios, fantasmas y otras entidades), que sólo perciben aquellos elegidos por algún designio superior.


A tono con esta premisa, el John Constantine personificado por Matt Ryan está transitando su personal encrucijada ética entre la responsabilidad y el desánimo. El cínico bebedor con el piloto siempre puesto o al alcance de la mano, anda buscando redención para sus pecados, principalmente el de haberle entregado al demonio Nergal el alma pura de la niña Astra, condenándola a una eternidad de sufrimientos. De ahí que el carismático antihéroe se asuma como “exorcista, demonólogo y amo de las artes oscuras” y se largue a cazar entes satánicos por todo EE.UU., como si el decadente existencialismo del personaje creado por Alan Moore pudiera resumirse en una road-movie paranormal con parlamentos en latín.


Desde el punto de vista creativo, la encrucijada que atosiga a la serie es la de asumir cuánto pondrá en pantalla del cómic Hellblazer y cuánto del cómic Constantine, título que asumió la colección en 2013 al degradar el nivel de su propuesta temática para ingresar a la plantilla del nuevo relanzamiento del universo ficticio de la DC Comics. La opción no es tan simple como parece, ya que implica el paso decisivo de una ficción para público adulto a la de una ficción para público infanto-juvenil, limando las asperezas que han hecho de John Constantine un personaje interesante, novedoso y vital, siempre impredecible.


Por el momento, la condición pendular de las tramas toca las posibilidades latentes en ambos extremos, exhibiendo la flaqueza inherente al imperio de las formas por sobre el reino de los contenidos. En este sentido, resultan netamente decorativas las referencias a otros personajes de DC (el casco del Doctor Fate, la vara mágica de Ibis the Invincible, ¿los hechizos de Zatanna?, la próxima incorporación del detective Jim Corrigan -alter ego de The Spectre-, interpretado por Emmet Scanlan); y bastante insulsa la presencia de algunos personajes recurrentes de la historieta, como el taxista Chas Chandler (Charles Halford), el hacker profesor de metafísica Ritchie Simpson (Jeremy Davies) y el chamán del vudú Papa Midnite (Michael James Shaw), a quienes la serie sumó al ángel Manny (Harold Perrineau) para poner en discurso aquello que le cuesta definir en acciones y/o motivaciones.


En sentido metafórico, la encrucijada es el momento o instancia en que debemos elegir una posibilidad y descartar las otras. Y por lo que pude ver en los tres primeros episodios de Constantine, Cerone, Goyer y Verheiden parecerían estar dudando entre irse para el terreno del thriller sobrenatural-místico-religioso, al estilo de Supernatural o Grimm; o avanzar por los caminos del terror psicológico tal como lo asumía la mejor etapa del cómic, explorando la tensión que surge del choque entre la realidad sociopolítica contemporánea y los conflictos sobrenaturales que escapan a la comprensión humana.
Por ahora, sólo tenemos una versión mejorada de aquel engendro cinematográfico protagonizado por Keanu Reeves. Muy poco, a decir verdad, porque ya no se podía caer más bajo. 
Fernando Ariel García

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