lunes, 13 de agosto de 2012

DYLAN DOG COLOR FEST Nº 8: ESPECIAL FUMETTO

Ya no hace falta caer en el vasallaje, tal como estipulaba el contexto feudal originario. Hoy por hoy, se entiende al homenaje como un acto celebratorio hacia algo o alguien, por algún motivo en especial. Y también puede ser una cita, alusión o imitación intertextual en reconocimiento a una famosa obra artística previa. De ahí mi entusiasmo ante el Dylan Dog Color Fest Nº 8, entrega especial del título semestral a color del Detective de las Pesadillas más importante del fumetto italiano, planteado como un homenaje a las historietas argentinas y españolas, arrancando con la tan promocionada relectura de El Eternauta. A priori, una más que interesante colaboración entre guionistas italianos y grandes dibujantes hispanoparlantes: Enrique Breccia y Lito Fernández (Argentina); y Alfonso Font y José Ortiz (España).


Dylan Dog se cruza con El Eternauta en los dibujos de Enrique Breccia

Gracias a los buenos quehaceres de mi hermano napolitano Loris, después de un largo periodo de ansiedad, pude poner mis manos sobre este Color Fest. La primera impresión, que siempre cuenta, fue altamente positiva. Como un viaje en el tiempo, retrocedí veinte o treinta años hasta la juventud entusiasta con la que solía abrir los ejemplares de Skorpio o Cimoc, lecturas iniciáticas de mi época dorada de las antologías para adultos. Ahí estaban, aunque encorsetados bajo el código visual, gráfico y narrativo de la editorial Bonelli, los estilos particulares de esos cuatro dibujantes que supieron marcar su impronta en el noveno arte de sus respectivos países. Y ahí estaban, también, cuatro típicos relatos, apurados por su corta duración, con demasiadas casualidades a la orden del día (o del guión) y bastante previsibles si uno trae consigo el ejercicio de la lectura regular de Dylan Dog.

Lito Fernández

De todas formas, los cómics asumen su efectividad acostumbrada, elaborando ingeniosas vueltas de tuerca sobre temas recurrentes de la serie: Viajes en el tiempo, invasiones alienígenas, casas embrujadas, pactos demoníacos, posesiones diabólicas. Con las mínimas y necesarias referencias a la cronología interna acumulada durante más de un cuarto de siglo ininterrumpido de publicación, las aventuras hacen creer una cosa al lector para después demostrar exactamente lo contrario. Buscan el costado humano del terror, del espanto surgido de las relaciones interpersonales, dejando claro que el monstruo verdadero está siempre constituido por carne y huesos. Y ambiciones desmedidas, por supuesto. Se ubican cómodamente en la vigilia, ese estado de interferencia entre el sueño y la realidad, entre la tradición y la modernidad del cuento de horror.


Alfonso Font

José Ortíz

Por sobre todos los relatos resalta el primero, la mencionada relectura de El Eternauta en clave dylaniana, dibujada (nada más y nada menos que) por Enrique Breccia. Una historia mínima, guiño cómplice a los conocedores que se las arregla (bastante bien) para recrear la nevada mortal en Londres, la muerte de Polsky, la aparición de los Cascarudos, los Gurbos y los hombres-robot (aquí reconvertidos en zombies) y la parábola temporal final, incluyendo una mención metalingüística a The Wanderer of Eternity (o sea, El vagabundo de la eternidad), un “viejo” cómic británico inventado para la ocasión. Con alguna mención a Buenos Aires y Borges, la aventura cumple, pero promete algo que el resto de la revista no entrega.

Sí, ya lo sé. La característica principal del Dylan Dog Color Fest es el color. Pero a la historieta de Enrique Breccia le sienta mucho mejor el blanco y negro, no?

Quedó dicho, un homenaje es un acto celebratorio hacia algo o alguien, por algún motivo en especial. Y también puede ser una cita, alusión o imitación intertextual en reconocimiento a una famosa obra artística previa. Sacando el episodio de El Eternauta, nada en el resto de las páginas de este especial Historieta (así, en castellano en el original) remite a personajes, obras y/o tradición narrativa de cualquiera de los dos países supuestamente homenajeados, a menos que forcemos la incorporación de la referencia a El resplandor de Stephen King en la versión de Stanley Kubrick. Las otras tres aventuras son andanzas típicas de Dylan Dog, que podrían haber estado dibujadas por artistas italianos, croatas o africanos, sin que ello llegara a modificar un ápice el resultado final. O sea, la celebración de un fenómeno de la historieta italiana, puesta en manos de siempre interesantes artistas extranjeros.
Ningún especial Historieta. Un especial Fumetto, que no es lo mismo.
Fernando Ariel García



Dylan Dog Color Fest Nº 8. Guiones: Luigi Mignacco, Pasquale Ruju, Giovanni Gualdoni, Andrea Cavaletto. Dibujos: Enrique Breccia, Lito Fernández, Alfonso Font, José Ortiz. Color: Overdrive Studio, Chiara Fabbri Colabich. Portada: Carlos Gómez. Director: Giovanni Gualdoni. 128 páginas a todo color. Sergio Bonelli Editore. ISSN: 9-771971947007. Italia, mayo de 2012.

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