jueves, 24 de noviembre de 2011

METRO: SE VIENE EL ESTALLIDO

De todo laberinto se sale por arriba. Lo dijo y lo escribió Leopoldo Marechal hace muchos años. Desde ese entonces, a la frase se la viene utilizando para graficar la manera de encontrar la solución a aquellos graves problemas que enfrentamos, priorizando la toma de decisiones propias a la hora de cortar el círculo vicioso de opciones propuestas por la raíz del problema, con la única intención de continuar reproduciendo las condiciones que le dan sustento. Del Metro (subterráneo, para nosotros) también se sale por arriba. Sobre todo cuando el Metro funciona como metáfora del paso de las sombras a la luz, de lo sumergido a lo emergido, de lo invisibilizado a lo visible. Camino con estaciones que debemos ir transitando para llegar al lugar (físico y metafísico, concreto y simbólico) al cual queremos arribar.


Esta idea de laberinto, de laberinto como trampa, está presente en Metro, la primera novela gráfica egipcia pensada y dirigida a un público adulto, obra de Magdy El Shafee, a quien tuve el placer de conocer en Procida, durante el congreso Un ambiente fatto a strisce (ver http://labitacorademaneco.blogspot.com/2011/07/memorie-delleternauta-tour-segunda.html). Escrita originalmente en dialecto egipcio y alejada de los estereotipos sobre el mundo árabe que se han ido construyendo e instalando en el inconsciente colectivo, Metro retrata un clima de época muy especial, el de la rebelión popular que terminó estallando el pasado agosto, la denominada “primavera egipcia” que derrocó a Mubarak aprovechando la coyuntura internacional que favoreció las sublevaciones en Oriente Medio.


El Cairo que retrata Shafee es mucho más agobiante que romántico, corrompido hasta la médula por un Gobierno despótico, opresor y represor. La gran trampa que mantiene prisioneros a sus habitantes, víctimas del terror, la pobreza, la fragmentación social y el ejercicio brutal de la fuerza estatal; desamparados ante los estragos causados por la crisis económica, que no es otra cosa que la metástasis de la crisis política y moral. Con este telón de fondo, Metro se articula como un thriller y como una historia romántica enmarcada en los parámetros de la política-ficción genérica. Pero quedarnos en esta instancia sería perdernos en una mirada reduccionista que estaría privando a la obra de sus aristas más interesantes.


La clave para entender el impacto real de Metro, me animo a decir, no está dentro de sus cuidadas y (a veces) atiborradas viñetas, no corre por los carriles de la narración más o menos dinámica, dependiendo de las varas que usemos para medirla. Está en el contexto que la generó, la posibilitó y la adoptó como icono. Cuando vio la luz en marzo de 2008, Metro fue censurada, perseguida y prohibida por las autoridades policiales y gubernamentales. Se la retiró de circulación a las tres semanas, su autor y su editor fueron sometidos a juicio, se los sancionó económicamente y se terminó por destruir todos los ejemplares del cómic, prohibiendo sus futuras posibles ediciones. De no ser por el actual libro italiano (y el próximo estadounidense), Metro sería una obra referenciada pero no leída, confinada a las sombras, sumergida e invisibilizada.


Portada de la edición original egipcia
Queriéndolo (o sin querer, no importa), Shafee terminó radiografiando a los protagonistas activos de la Historia por venir, una generación treintañera con más pasado que futuro, jóvenes universitarios frustrados, sin trabajo, con problemas económicos y de inclusión social, abiertos y moldeados por la cultura global, formados con las innovaciones tecnológicas e interconectados a través de las redes sociales, sin nada más que perder porque ya lo han perdido todo. Los mismos que vinieron trabajando la revuelta desde sus estadios iniciáticos, saliendo a las calles, haciéndose ver, poniendo el cuerpo y los muertos, dando a conocer su opción por una salida democrática y no a través de una (¿otra?) revolución islámica radical.



De todo ello habla Metro aún sin hacerlo explícito. El robo al banco es la excusa, no nos equivoquemos. Aquí se cocinan cosas importantes. La vigilia de la insurrección, por ejemplo. Y el nacimiento de una Nación.
Fernando Ariel García


Metro (Colección Altriarabi Vol. 4). Autor: Magdy El Shafee. Traducción: Ernesto Pagano. Portada: Magdy El Shafee. 110 páginas en blanco y negro. Il Sirente. ISBN: 978-8-87847-25-3. Italia, diciembre de 2010.

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