domingo, 11 de septiembre de 2011

AMAZING SPIDER-MAN VOL. 2 Nº 36: PODER Y RESPONSABILIDAD

El mundo habló de esta revista de historietas. Que diez años después sigamos haciéndolo, sirve como medida para mensurar el impacto emocional, comercial y mediático que logró. No es para menos. Además de ser el símbolo más importante de la Marvel, el Hombre-Araña es uno de los símbolos más importantes del paisaje neoyorquino y la cultura estadounidense toda. Podremos discutir los valores que defiende, las posiciones que representa, pero sería de necios no reconocerle el estatus icónico que forjó a fuerza de saltos y telarañas, globalizando su imagen y su concepción ideológica. Es uno de los protagonistas del desfile de globos gigantescos con que la Gran Manzana festeja el Día de Acción de Gracias. Y a esa instancia sólo llegan aquellos que, de una u otra manera, han logrado forjar, defender y/o difundir, como ningún otro, los rasgos identitarios más sobresalientes de la Unión, o aquellos que la Unión quiere mostrar y exportar. Y después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, era sumamente esperable (y hasta obvio) que el Hombre-Araña tomara posición explícita.


La historieta habla de los atentados (y sus consecuencias), pero elige no mostrar los momentos más sensibles y espectaculares: El choque de los aviones contra las Torres Gemelas y su posterior derrumbe

Una posición explícita que, por los valores simbólicos puestos en juego, también puede ser interpretada como una posición institucional. De la Marvel como empresa; y hasta de los EE.UU. como Gobierno. Diez años atrás, cuando cayeron las Torres, yo trabajaba en una comiquería, el nombre que en la Argentina le damos a las librerías especializadas en cómics y productos derivados. Como el mundo entero, asistí a los eventos en tiempo real, siguiendo los acontecimientos por televisión. La envergadura de los hechos justificó la primera de las dos comunicaciones formales que recibimos de Diamond (la única empresa estadounidense que distribuye comic-books a todo el mundo) sin motivaciones comerciales. Se trató de un escueto fax en el que se nos avisaba que el edificio donde se encuentran (o, al menos, se encontraban en ese entonces) las oficinas de la Marvel no habían sufrido daños, que el personal de la editorial se encontraba físicamente ileso, que algunos de ellos incluso habían colaborado en las primeras tareas de asistencia y rescate; y que, en cuanto pudieran retomar sus actividades con el mínimo grado de normalidad, emitirían algún tipo de comunicado oficial.


Las ruinas del World Trade Center, metáfora de un país en guerra y en proceso de reconstrucción


Como muchos otros miembros de las industrias culturales, los artistas de Marvel (y la propia Marvel) donaron horas de trabajo e ilustraciones varias con motivos benéficos. Pero esta The Amazing Spider-Man Vol. II Nº 36, desde el vamos, se planteó como algo distinto. Casi como una radiografía emocional de una ciudadanía en época de crisis extrema, de un país en guerra, de la misma idea de Democracia bajo ataque. Es comprensible, aunque uno pueda no compartirlo; y lo controvertido de este número radica justamente en ello. J. Michael Straczynski y John Romita Jr. (como los responsables más visibles del cómic) llevan a cabo una tarea políticamente correcta, sensible, más conmovida que conmovedora. A través de la mirada del Hombre-Araña (como par de ojos que refleja y condensa al Universo Marvel entero), buscan entender qué pasó, qué está pasando mientras ocurre lo incomprensible. Demuestran tacto en el manejo del tema, relativo buen gusto, una postura patriótica que al sur del Río Bravo resuena como demasiado patriotera. Mucho respeto y reconocimiento a los héroes reales que el mundo real arrojó como balance de esa jornada: Policías, bomberos, rescatistas sin otros superpoderes que coraje y voluntad. Pero carece de mirada crítica.


El reconocimiento a los verdaderos héroes de la jornada


Puede decirse que este texto está escrito en frío, diez años después; y que la historieta fue hecha en caliente, a pocos meses de los atentados. Y es cierto. Pero al teclear estas palabras no puedo obviar el alineamiento irrestricto que Marvel realizó para con el discurso oficial de la administración Bush Jr., los mismos argumentos que utilizarían para justificar las invasiones a Irak y Afganistán; los mismos miedos que propagarían para cercenar las libertades individuales, las mismas máscaras que servirían para camuflar negociados multimillonarios. Esta revista marcó el primer paso, el decidido primer paso, de quien supo representar (y hasta encauzar historietísticamente) los movimientos contraculturales de los ’60 y ’70, hacia la sumisión absoluta a los poderes de turno.


La teoría oficial sobre los acontecimientos a bordo del vuelo 93 de United Airlines, hechas viñetas sobre el final de la página

Antes de abrazarse con Donald Rumsfeld y el complejo militar (ver http://labitacorademaneco.blogspot.com/2010/04/garantes-de-la-libertad.html), el Hombre-Araña se convirtió en portavoz del interés gubernamental, prescindiendo del interés ciudadano. No le importó averiguar la verdad o intentar hacerlo, sino propalar el discurso fabricado en los verdaderos centros de poder. Si hasta se suscribe, sin el menor resquicio para la duda, la historia oficial del vuelo 93 de United Airlines que iba con rumbo a Washington; la idea de que los terroristas son locos deshumanizados. Ni se mencionan las relaciones del Gobierno estadounidense con los talibanes de Al Qaeda, promovidos, fortalecidos y utilizados por los EE.UU. cuando se buscaba minar a la vieja U.R.S.S. (¿o nadie se dio cuenta de que aquellos gallardos jinetes que ayudaban a Rambo eran estos mismos monstruos incomprensibles que habían transformado aviones de línea en misiles bélicos?).


Si los archivillanos del Universo Marvel se conmueven ante lo hecho por los terroristas, es porque los terroristas son aún más malos que los más malos de todos

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, escribió Stan Lee en el ADN del Hombre-Araña. Y la creación de sentido a partir de un hecho comunicacional, es uno de los poderes más grandes que pueda pensarse. Una gran poder que, en este caso, no fue ejercido con la responsabilidad que debía.
Fernando Ariel García


The Amazing Spider-Man Vol. II Nº 36. Guión: J. Michael Straczynski. Dibujos: John Romita Jr. Tintas: Scott Hanna. Color: Dan Kemp. Editor: Axel Alonso. 32 páginas a todo color. Marvel Comics. ISSN: 7-59606-04716-1. EE.UU., diciembre de 2001.

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