lunes, 31 de enero de 2011

MEMORIE DELL’ETERNUATA: “LIBRO RICO, COMPLETO, MILITANTE”

El pasado 27 de enero, Antonio Dini escribió en el blog italiano Il Posto di Antonio esta crítica al libro Memorie dell’Eternauta, publicado por 001 Edizioni. El texto en idioma original puede ser leído en: http://antoniodini.blogspot.com/2011/01/memorie-delleternauta-2010.html

Uno se pregunta: ¿Qué se puede meter en un libro de 192 páginas que narra la historia de una historieta? La respuesta es que ello depende de la historieta a analizar y de quién escriba el libro. Si se trata de El Eternauta, la historieta (como llaman al fumetto en Sudamérica) que en 1957 operó un pequeño gran cambio, muchas cosas. Al Eternauta también se lo conoce como la historieta “desaparecida”, ya sea por los problemas legales, relacionados con los derechos de autor, que han limitado su publicación; ya porque su guionista, Héctor Germán Oesterheld, argentino, fue secuestrado en Buenos Aires por el régimen militar de la época y luego asesinado, sin que su cuerpo haya podido ser encontrado y sin noticias oficiales del asesinato: Desaparecido.
Fernando Ariel García y Hernán Ostuni narran la historia del Eternauta, la historia de HGO y la historia de la Argentina después de la Segunda Guerra mundial. Las tres están profundamente enlazadas: HGO fue uno de los activistas más importantes y frágiles; El Eternauta, no sólo en la Argentina, fue un símbolo para más de una generación; y el drama del pueblo sudamericano es algo que hemos borrado completamente de nuestras conciencias, si es que alguna vez la tuvimos presente.
Sin embargo, en El Eternauta se encuentra el concepto mismo de “héroe colectivo”, la metáfora de la invasión alienígena inesperada, silenciosa, no declarada, con la nevada luminiscente y mortal sobre Buenos Aires, los niveles estratificados de alienígenas que hacen desembarcar los Ellos, criaturas dispuestas a eliminarlo todo en provecho propio, metáfora no sólo del corrupto régimen militar y político argentino, sino también de las multinacionales norteamericanas y de la explotación ciega y sistemática de toda la América del Sur, con la Argentina a la cabeza.
La historia del Eternauta, sus memorias, se superponen con las del imperialismo, con las de una concepción del mundo que ha hecho de la Argentina de los militares un ejemplo cercano de otras modalidades de afirmación del poder económico. El libro es rico, completo, militante. Escrito hace unos años, Memorie dell’Eternauta ha marcado una época. Después se ha transformado en materia de estudio y ahora se ha aggiornado para la edición, pocos meses atrás, de la 001 Edizioni. Los contactos entre Italia y El Eternauta son muchos: Empezando con la revista L’Eternauta, la relación con Linus y Oreste del Buono, la tradición del fumetto italiano y las historietas latinoamericanas, con Hugo Pratt haciendo, durante un tiempo, de puente entre los dos mundos.
El drama de la Argentina. ¿Se acuerdan? Un mundial de fútbol en 1978 para tapar la violencia del régimen militar; una improbable y sangrienta guerra con la corona británica por un pedazo de tierra habitado por unos pocos pastores; el desastre del gobierno de Menem y el colapso de la economía, bonos incluidos: Una brecha entre ricos y pobres que se agranda y que amenaza con hacerse ejemplo para otros pueblos del mundo.
La historieta como recurso popular para la narración, la denuncia, la resistencia. Como en aquella pared ya repintada, que puede verse desde los vagones del tren bajo el puente de la General Paz: A fines del 2002 había un mural con El Eternauta, Juan Salvo (en Italia conocido como Juan Gálvez), que camina hacia nosotros, la pintada “Resiste”, el trazo evocador y potente del primero y mejor dibujante, Francisco Solano López.
La historia del Eternauta-historieta es dura, implacable, a veces profética. Con el campo de concentración en el estadio, las calles desiertas en la calma de la devastación traída por los alienígenas, los hombres transformados en soldados-robot, así como los Manos, aquellos que aparentan ser, por un momento, los responsables de la invasión y que luego se descubrirán siendo también controlados por los Ellos gracias a la impuesta glándula del terror, capaz de matarlos si llegaran a rebelarse.
Pero, sobre todo, la imagen de este hombre golpeado por el dolor, por la derrota, por la responsabilidad de una resistencia de la cual es el último bastión: El Eternauta vaga entre los pliegues del tiempo y el espacio, permaneciendo como un caminante eterno, cubierto por una improvisada escafandra que le permite ver, sin ser tocado, el horror de un mundo sumergido en la silenciosa y mortal nevada que cae sobre todo.
La fuerza enloquecedora del blanco y negro de Francisco Solano López, que cuenta lo cotidiano repentinamente dado vuelta por una catástrofe de apariencia natural, después mortal, después alienígena, siempre silenciosa. Símbolos de la vida cotidiana que se transforman en contenedores del horror, con los sentidos alterados y mutados. Mis recuerdos: Lo he leído de pequeño, de muy pequeño, pero fascinado por las visiones de aquel sueño casi norteamericano de clase media, de casas limpias y ordenadas, con techos a dos aguas en una Buenos Aires en donde se podía esperar el vivir una vida tranquila, con los hobbies, tiempo libre y una jubilación serena, imprevistamente cancelados. Primero, simbólicamente, por la historieta; y después, trágicamente, por la realidad de la historia. El Eternauta ha intuido el terrible destino de la Argentina, ha sido profético. Y si bien todo comenzó hace casi sesenta años, todavía no ha terminado. De alguna manera, continúa también con nosotros.
Esto puede meterse en un libro que narra la historia de una historieta.

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