viernes, 31 de julio de 2009

LA DUENDES Nº 6/7: EL SUR TAMBIÉN EXISTE

Cuando uno (y me incluyo) habla de La Duendes, enseguida la equipara con Hortensia. Y está bien, sobre todo cuando se busca graficar de una manera rápida y efectiva la conquista editorial del mercado porteño en manos de una revista gestada y producida en el interior de la Argentina. Pero además, la publicación que vino del sur de la mano de Alejandro Aguado, guarda otra similitud importante con la mítica criatura cordobesa de Cognini. Y es la fuerte y definida personalidad alcanzada con muy pocos números en la calle. Esto habla de la claridad conceptual con que Aguado (y antes Cognini) encararon un proyecto de alcance nacional que no resigna la identidad del entorno que lo carga de sentido.
Se trata de saber ver y mirar. De tener muy en claro desde donde se habla y se emiten los mensajes. De asomarse a lo global con ojos locales (y en el caso del Chubut, lo global también incluye a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). De plantarse de igual a igual frente a lo distinto, sea o no foráneo; y de aceptar que la verdadera integración pasa por la convivencia y no por la cooptación.
El ojo social de Chelo Candia, uno de los puntos más fuertes de La Duendes

Por ello, en La Duendes el formato antológico funciona tan natural y orgánicamente, porque los géneros no compiten entre ellos; y porque los autores se potencian al brindar lo mejor de sí. La pericia editorial de Aguado hace el resto, una revista mucho más lograda e interesante que la mera sumatoria de sus partes constituyentes.
La Duendes combina la historieta de género y el cómic de autor, manteniendo el equilibrio en una cuerda floja que podría bandearse con un tenue soplido. Utiliza para ello dos ejes principales: El Humor y la Aventura. Y lo hace a caballo de dos herramientas básicas: El clasicismo narrativo y una búsqueda de nuevas estructuras comunicacionales. Así, Horacio Lalia adapta un cuento de Ambrose Bierce; mientras Carlos “Chingolo” Casalla se vuelca a la introspección humana en un relato intimista que dice (y muestra) mucho más de lo que hablan y hacen sus personajes protagónicos. Un verdadero hallazgo que recupera al creador del Cabo Savino en un superlativo nivel de su arte.
Alejandro Aguado, en el camino de la tradición, el mito y el cómic autobiográfico

Personalmente, por las temáticas encaradas y por el envidiable dominio del medio que demuestran, me quedo con las historietas de Chelo Candia y el propio Aguado, dos autores que (estoy seguro) llegarán a la definitiva consagración nacional e internacional más temprano que tarde. El contenido social de las páginas de Candia desnuda el país que habitamos y aceptamos, tácita o explícitamente. Sus páginas son un verdadero cachetazo a la conciencia individual y colectiva; y marcan la diferencia entre lo importante y lo urgente. Aguado, por su parte, se anima a recuperar el cuerpo mítico del territorio que conoce por haberlo recorrido. Hace historietas autobiográficas, sí, pero mostrando los daños que las políticas humanas vienen ejerciendo con maquiavélica efectividad sobre esos fértiles suelos. Arqueología real y simbólica, me animaría a decir. Y poniendo siempre en primer plano la voz de los antiguos pobladores, los verdaderos dueños de la tierra. O, mejor dicho, los inquilinos más antiguos y responsables que hayan pisado los verdes caminos que nos empeñamos en abandonar.
Fernando Ariel García

La Duendes Nº 6/7
Autores:
Varios
Director: Alejandro Aguado
110 páginas en blanco y negro
Alejandro Aguado Ediciones
ISSN: 1851-0639

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